sábado, 8 de agosto de 2015

Olvidos y decadencias

Es pronto el borde supino de la mano, cuando se atañe a la delicada pluma del alfeizar.
Nada que no haya hecho antes.
El borde quebrado de la mampara resquebraja en el asueto de un delicado contacto de martinetes constantes.
La cornisa implora la llegada de una paloma.
La mano comienza entonces a parecer inquieta.
Los dedos no estan ateridos, aún no llega el momento del pensamiento indoloro.
Que parte de la situación acaecida durante el verano no comenzamos a entender, los dolos se jactan de la benemerita ausencia de nacimientos.
Creo oirte llegar.
Al parecer mi pensamiento discurre falaz, a traves de la persiana semiautomatica que hace unos dias mandamos a instalar.
Quiero bailar un vals.
La luz del atardecer ataca ligeramente los remanentes de la calle, los autos se golpean de frente al derroche de luz.
Los ultimos vestigios del dia, espero la noche, el hambre, el sueño, la costumbre.
Espero el día siguiente, el duelo, la rutina, el dolor.
Queria ver entre tus piernas, colocar mis manos y mis dedos en tu sexo supurante, en tu idea de martirio, en el goce profundo de la canicula.
Queria verte reir, gozar, llorar, entre los dedos ateridos y tumefactos que ya no pueden mas.
Quiero verte reir entre dientes, reir como lo haces sin que yo entienda, sin que comprenda tu mito, tu leyenda.
Quiero ser el poeta que se desliza entre tus medias, recorrer poco a poco el suave vello de tus brazos.
No soy nada de ti, no quiero serlo, en la agresiva selva de mi sabia abstinencia, solo quiero ser tu fantasía, tu martirio, que no llega.

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