Reestructurando
Diario desvelado de un terapeuta en formacion
miércoles, 27 de diciembre de 2023
Escribir es una cosa rara
martes, 28 de marzo de 2023
Mixes
Nos estacionamos cerca de una cancha de basquetbol, que fungía como sala de audiencias, sala de eventos, sala de usos múltiples, y además sitio de referencia único del pueblo, mi padre avizo a lo lejos a los parientes que aun le quedaban en ese lugar, pregunto por sus hermanos, sus tíos, sus sobrinos, algún local lo condujo. Pasamos por innumerables casas, en todas nos ofrecieron comida, trago y café, en todas hacíamos las mismas preguntas ¿ustedes son Vásquez? ¿conocen a Polo?.. Nunca contestaban a la primera, lo de siempre fue, les invitamos a nuestra casa, coman y beban, luego pueden seguir, no sin antes, ya tener en la puerta a los siguientes vecinos que estaban iniciando el mismo ritual, creo que fue por ahí de la quinta casa donde nos detuvimos un poco más, quizá porque mi padre ya había encontrado por fin a un familiar, o porque ya cansados no teníamos fuerza para seguir con el festín, ya era noche, y aun nos faltaba caminar un poco más, la casa familiar donde mi padre había nacido y crecido por algunos años, hasta los diez, si es que no me falla la memoria, que fue cuando en un acto de rebeldía a su estirpe decidió no terminar como sus hermanos, y huyo a la ciudad, comenzando su vagar por el mundo, esa casa, ya no existía, solo encontramos una casa donde un familiar lejano, quizá un sobrino, quizá un tío, no lo sabré nunca, nos ofreció quedarnos.
En unos camastros forrados de tela de sacos de maíz y con unas cobijas de feria donde el aroma de leña inundaba los rincones de esa casa, dormimos por esa noche, estaba oscuro, como oscurece en esas tierras, una oscuridad total a las ocho de la noche, el aullido de perros, o coyotes, o animales de la sierra se escuchaba en las montañas alejadas, un frió que se hacía cada vez más profundo conforme la noche se adentraba en los huesos, mis ropas de niño no soportaron la inclemencia, me fui a refugiar al carro, donde me arrope con todo lo que traíamos en la maleta, mi padre regreso a la casa del tío-sobrino-pariente.
Nunca conocí a mis tíos, a mis abuelos por parte de mi lado paterno tampoco, se de alguno que nos paso a visitar, del que se desprenden algunas anécdotas, aunque en mi vaga memoria, no puedo precisar quien era, supe de algún primo que vivía en USA, en especifico en el Bronx, pero no se más de él.
Ahora, después de tantos años lo volví a encontrar, por llamadas, por redes sociales, aun lo veo y por lo que me cuenta, tenemos cuentas saldadas, y veo que le ha ido muy bien y eso me da una alegría inmensa, me recuerda esos tiempos, cuando yo era un joven impetuoso también.
Mi padre lo apoyo en su carrera, y estuvo en su graduación, cuando salio de su universidad, eso le recrimine algún día a mi padre, pero fue más por una cuestión de ego, ya que mi padre si fue a mi graduación, aunque ya no a mi titulación, que fue un año después, pero para esas fechas nuestra relación ya había decaído un montón.
Quizá por eso cuando volteo a ver esas tierras, que he visitado poco, pero que recuerdo mucho, siempre es un recuerdo agridulce, fuimos pocas veces, ya que el camino en aquellos tiempos era tortuoso y muy accidentado, aun recuerdo que en algún punto del camino, las lluvias habían excavado una especie de río en medio de la terraceria, donde los surcos profundos casi imposibilitaban seguir nuestro camino, pero empujando el carro y encontrando la manera de apuntalar las llantas, pudimos sortear el obstáculo, aunque claro, con el debido raspón a la carrocería y golpes en nuestra humanidad, hicieron más ameno el viaje.
El agua también es tema de importancia, aunque Javier me ha dicho que ya todo ha cambiado muchísimo desde entonces, tanto en el agua como en la infraestructura carretera.
En aquella ocasión, para tener agua teníamos que caminar algunas horas hasta un nacimiento de agua, que la montaña decidía no fuera cerca de la comunidad, y teníamos que pasar por los acantilados, y la terracería, el caminar comenzaba desde muy temprano, aun oscuro, y caminábamos con ayuda de alguna linterna que uno de mis primos llevaba, los caminos eran pequeñas veredas en las laderas de la montaña, donde el barro humedecido era lo más peligroso, aun más que las culebras que había por montones, aderezando el recorrido mis primos siempre tenían sus muy propias anécdotas de fantasmas y monstruos que nos iban contando para sazonar el viaje, cuando la luz nos permitía ver un poco más, solo podíamos ver a nuestro primo por delante, muchas veces esperándonos, ya que la neblina no nos dejaba avistar mucho, y que bueno, ya que eso ocultaba los precipicios por donde íbamos pasando, y lo pudimos constatar cuando por algún error resbalamos, tanto mis hermanos como yo terminamos en el fondo de un pequeño barranquito, tuvimos suerte, me dijo mi primo, los que han caído por ahí ya no regresan, o al menos no regresan bien, claro por si hacía falta la aclaración.
Una vida hasta cierto punto sencilla, si me lo preguntan, quizá en mi vejez me vaya a enclaustrar a una de estas comunidades, no me parece mal acabar ahí mis días, en medio de esas nubes hermosas, de ese café delicioso, de ese ruido en medio de la montaña cuando hay festividad, con el aroma de aire puro que solo puedes obtener en esas montañas eternas, donde los ancestros de los mixes huyeron para sobrevivir, montañas a las que se adaptaron sobremanera pero de la que después sus hijos también quisieron huir, sin saber, tal vez, de la riqueza que tenían, la nación de los nunca conquistados, como se les conoce.
martes, 14 de marzo de 2023
La presbicie y otros horrores
No hay nada más conflictivo que la resistencia del nuevo presbita, aquel que apenas hace algunos meses veía a los usuarios de lentes bifocales o progresivos como gente grande, como adultos mayores, como viejos, y ahora, que la edad lo ha alcanzado, y lo ha emparentado con los designios del Dios Cronos, se siente abrumado.
Cinco etapas de las presbicia. |
sábado, 15 de mayo de 2021
Acerca del 15 de mayo
No romantices al maestro, no por ser el que da la clase y llega temprano al aula, no por su ética o por su integridad, no romantices su sufrimiento, dar clase es lo último que desea, ser un ejemplo es una carga muy pesada, no romantices el dolor que hay detrás de sus penas diarias, de su devenir anquilosado por miles de horas trabajadas y sin remunerar, por el tiempo, que para el se convierten en hilos de plata, en sus ojos cansados y abrumados por las tareas administrativas, no romantices al dolor que existe bajo su andar pausado, en excesiva revisión de sus huellas, de las noches en vela que pasa cuando las evaluaciones están cercanas, de las horas que en casa lo extrañan y lo desean, no romantices su apego a la norma, la cual solo es valida en esas cuatro paredes que se llaman aula, no romantices su cariño por la detección de tus errores, los cuales son más arduos de buscar cuando solo trata de limar la piedra, no romantices el valor que tiene cuando reta al inhumano, al ignorante, al impulsivo, al agresivo, al violento, no romantices su sacrificio, hazle un favor y simplemente pasa por su lado, sin mirarlo, sin tocarlo, solo déjalo seguir ese camino que elige para sufrir y para decepcionarse, déjalo que se hunda en sus libros, en la absorta contemplación de las hojas cuando crecen, tratando de explicarse en esta ocasión que es lo que hizo mal, déjalo a su suerte, morir lentamente en las penurias y vorágine de un sistema que ya lo ha abandonado, y triste, entre una burocracia envolvente, asfixiante; deja que se pudra entre los escritorios roídos de una escuela abandonada y saqueada por miles de niños que nunca vuelven, déjalo que se quiebre como cuando quebraste la ventana de tu escuela y huiste, porque la vida te ofreció algo más y juraste nunca más volver a pisar esa losa, a mirar esos libros, a esforzarte por ese maestro, déjalo ahí, como esos sueños que has dejado de tener.
miércoles, 17 de abril de 2019
Hablar de lo cotidiano, parecería fácil, pero no lo es, ahora hasta la cotidiano es cada vez más denso, como el humo que recorre tóxico por la ciudad, dejando una suave brisa cancerosa que se desplaza con cada respirar al interior de mis pulmones vociferantes y sangrantes.
Hablar de la cotidianidad es la esperanza de que todo pueda salir bien, que las cosas cuando las esperas, surgen de maneras incontables para seguir el trazo de lo que ya esta planeado.
Seguir hablando de la cotidianidad es penetrar con una mordaza en el intrincado laberinto de la soledad, las paredes estrechas, el vaho húmedo del baño, el delicado diseño de la telaraña, un dolor de cabeza por el olor nauseabundo que penetra en el aire tóxico, ya no queda nada que decir.
sábado, 5 de mayo de 2018
Anochece en Agua Dulce
Cuando la conocí tenia el color de la canela en la piel, una mirada traviesa y muy despierta, con un andar de yegua, como las hembras del sur de Veracruz, de las que nacen ya sabedoras de su poder mágico y cautivador, el cabello negro azuloso, platicábamos poco, realmente aprendí a conocerte con el tiempo, cuando ya siendo mayores nos volvimos a encontrar con realidades muy distintas a las que teníamos cuando niños.
Puedo recordar tu risa, estridente y llena de la algarabía de mi amado Veracruz, puedo recordar tu diario caminar por el pueblo entre las montañas, primero acompañada, luego sola, pero con dos retoños que se parecían más a ti que a nadie más.
Ten cuidado y cuidate mucho, fue lo ultimo que recuerdo haber dicho la ultima vez que te vi, llevamos a los críos a pasear al malecón, me decían tío, aunque sabemos que no era nada de ellos, a veces alguno paso la noche en mi casa, con el arrebato de la pubertad, recordando un poco lo que yo fui cuando te conocí.
Nunca pensé que esa seria la ultima vez que nos veríamos, hoy por anuencias temporales de la vida esta tu cuerpo embriagado de la tierra del sur, anegada a las lluvias y las estrellas, junto a las raíces de los arboles que sabemos, te dieron el ultimo cobijo, aquellos ojos que fueron los últimos que vieron la vida, también se llevaron los recuerdos de comidas y de fiestas, de paseos y de besos.
Aqui donde escribo la vida trascurre al parecer sin cambio, la nota que me llega por trinos y bytes anunciandome que ya no estas, ahora si, de veras, ya no estas entre nosotros.
Solo me gustaria anotar, adios.
viernes, 23 de marzo de 2018
Petreo
Escribir es una cosa rara
Escribir es una cosa rara, es un evento que suele acompañar las madrugadas descafeinadas, cuando el acoso laboral te deja en visto, cuando...
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Puede que hayas Nacido en la cara buena del mundo Yo nací en la cara mala Llevo la marca del lado oscuro Jarabe de Palo, El l...