jueves, 25 de diciembre de 2014

Cavilando ando...

Yo lo recibo en el umbral de la buena noticia.
Era una especie de azul rizado que se llenaba de nubes.
La penumbra nocturna se peinaba un poco hacia la derecha de los carros de alquiler.
Hace frío afuera, el golpe de calor de un calefactor mal ajustado hará que pague mas de luz.

Quien nos dijo que solamente podíamos vivir una vez.
Era la segunda noche del delirio.
Apenas se estremecen las gotas del sabino en el penacho de Moctezuma.

Aquí es donde se diferencian los colores del arco iris, en el pedazo de cielo que abre las piernas plañideras.
El vomito ancestral del sol, nos muestra la mutación que somos, el producto de su contaminada evolución. Dios es perfecto, nosotros no.




Hyatt

Diciembre 25, 2014

Recién hemos llegado de la cena de navidad, el hotel Hyatt, nuevamente, como es costumbre, como lo hacemos tradición, con su crema de queso emmental con peras al vino blanco, una delicia que nos sorprendió.
De guarniciones nos acompañamos con crutones, panes artesanales rellenos y en costras crujientes, puré de papa al cilantro, verduras a la plancha con chimichurri que se olía delicioso y fuerte.
El mini lomo de salmón en costra de curry rojo y reducción de balsamico era la gloria.
A pesar de ya casi no querer, me comí un hermoso T-bone que tenia la carne en punto 3/4 apenas jugando con mi paladas carnivoro, todo acompañado del tradicional ponche navideño, así como de una copa de vino Merlot de la casa Domecq, y una limonada con agua mineral complementaron la velada.
Brindamos, por que no podemos hacer mas por los que no estuvieron, entre nosotros, como tradicionalmente lo hacemos, no extraño a nadie en la mesa, por que aquellos a los que amo, estan siempre presentes en mis pensamientos, la mesa es amplia, pero mis pensamientos tienen un jardín mas amplio.
Bibi tomo un whisky red label, el cual apenas hizo efervescente la noche tranquila y tremendamente húmeda del hotel.



Distorsión

Es curioso pensar que podemos poco a poco poseer todo o poseer nada.
Es curioso y la vez estresante que los que están sentados en una silla veraniega, puedan saber mas que los que están apaleando la dura roca, es curioso, no improbable.
Que la explotación del menos apto solo sea la base del capitalismo.
Solo eso.
Es una derrota al sentido común.

Dentro de unos meses me preguntaran en una fría universidad cuales serán mis motivos para estudiar la maestría.
Me encuentro sin respuestas.
El apasionamiento del que me reclama Bibi solo es un reflejo del interior, quebrado que no se ha podido recuperar del todo.
El velero sin mástil.


jueves, 4 de diciembre de 2014

Coatzacoalcos, desde una perspectiva casi inhumana.

Subi al taxi, debo confesar que el rostro mal encarado del taxista me hizo sospechar un instante de su actitud casi funebre.
Recorrimos una tramo entre la avenida Jirafas y el malecon, la lluvia era constante, la brisa del bello golfo de México nos impedia la visibilidad como una nube multicolor salpicada por los faros intermitentes de los conductores despavoridos.
Entramos por Azueta, la calle me recordo poco a poco los milimetricos percances que hace algunos años tuve en las calles humedas de salitre y de arena fina.
Llegando al hotel pague la tarifa, el malencarado taxista aun susurraba entre labios maldiciones veracruzanas respecto a la lluvia y su tapiceria. Sostuvo la manija de la puerta cuando yo salia, pero solamente para prevenir cualquier intento de mi parte por azotarla, buenas ganas tenia.
Llegue al hotel como casi siempre llego, con las tripa aflorando por mi trasero, con el pretexto de premura acelere el pago en recepción.
Celebre con un cigarro en el pasillo el haber depositado mis excreciones sin problema, como pueden cosas tan simples llenarme de alegria.
Coatzacoalcos me llena de nostalgias, de recuerdos, de sueños no realizados, veo en sus calles la miseria flotando en el ambiente, cuando por ejemplo, estando parado en la calle, una señora de aspecto ridiculamente veraniego me pedia limosna, solo cuatro pesos, se los negue, por que la miseria me da un asco que aún ahora no termino de entender.
Termine mi cigarro en el pasillo mientras obsrerve las gotas fuertes de lluvia que se metian en los cuartos abiertos, alguien del servicio olvido cerrar una ventana, y la lluvia alegremente y con una furia que solamente el agua conoce, penetraba las sabanas virginales y secas, las mojaba y poseia completas, humedeciendo con una brutalidad eterea su correcta fisionomia, pude observar la excitación placentera del cuarto al verse completamente inundada.
Es hora de dormir, cualquier otro día se desploma mi humanidad en la almohada, no como esta noche. Que me ha dado por escribir.

Escribir es una cosa rara

  Escribir es una cosa rara, es un evento que suele acompañar las madrugadas descafeinadas, cuando el acoso laboral te deja en visto, cuando...