martes, 14 de marzo de 2023

La presbicie y otros horrores

 No hay nada más conflictivo que la resistencia del nuevo presbita, aquel que apenas hace algunos meses veía a los usuarios de lentes bifocales o progresivos como gente grande, como adultos mayores, como viejos, y ahora, que la edad lo ha alcanzado, y lo ha emparentado con los designios del Dios Cronos, se siente abrumado.

Las soluciones ópticas que le ofrecemos, solo le conceden un consuelo raso, una migaja de los tiempos, lo que cae de la mesa celestial de la juventud, el remedio de lo que viene después: la vejez.
Desafortunadamente para ese grupo de personas que se están acercando al decaimiento de sus facultades fisiológicas, la sociedad también les espeta en la cara, lo afanoso del tiempo, ya sea porque ahora se sienten en la desesperanza de que dependan de otros aditamentos que le restringen su libertad de movimiento y de opinión, y ahora que se sienten desamparados y desolados frente a lo que el futuro les depara, se sientan con temor en el sillón de exploración, con las preguntas existenciales que solamente esta civilización les puede generar ¿qué he hecho de mi vida?.
Ya llega el tiempo entonces de observar las posibilidades, ¿y si me opero? ¿la tecnología me daría ojos bionicos? ¿me voy a morir?.
Las dudas son siempre las mismas, salvo algunas variables, ¿me voy a quedar ciego? ¿los lentes me van a curar? ¿qué me puedo tomar para que se me quite?. Observo como mis respuestas poco a poco van engendrando mayores miedos y temores, mayores incertidumbres, y muchas burbujas de ilusión reventadas, chisporroteando por doquier en un desparpajo multicolorimetrico, que se embarran en las paredes del consultorio. La presbicie es la antesala de las canas, de las primeras arrugas que ahora si, ahora si, ya no se borran con el maquillaje, es la antesala de volver la vista atras y observar a los amigos a los familiares que aun siguen a nuestro lado, y muchas veces preferimos que alguien más nos acompañe, quizá por el trauma que representa usar por primera vez estos aditamentos rudimentarios que se llaman lentes.
Es ahí cuando encuentro las mayores molestias, el proceso de adaptación, justo en el lugar donde ya no hay enfoque, donde las soluciones opticas solo nos dejan más dudas que respuestas.
Que si los progresivos son mejores, que si el monofocal toma lugar como una visión panorámica, que si los lentes de contacto pueden ayudar, todo tiene sus propias interrogantes y su propio proceso adaptativo.
Y regresan, oh si, vaya que regresan, por inadaptaciones, por incomodidad, por el mismo proceso que requiere el sacrificio del espacio personal y el juicio de la sociedad: -No te había visto con lentes. -Se te ven hermosos, te dan personalidad. -Ya estas ruco.
Los que se resignan, quizá, los que cada año vienen a recambio, tomando como base la transparencia de sus lentes, son quiza, los más sabios, algo he de aprender de ellos, son almas viejas que saben cual es el recorrido de su alma por el mundo trascendental, que saben perfectamente que la adaptación es el progreso, esos son los menos. Los más regresan por que alguien les dijo que compraran lo mejor, lo más caro, el nuevo filtro, el nuevo diseño, lo que esta de moda.
Es el presbita la imagen de esta sociedad en decadencia.

Cinco etapas de las presbicia.




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