lunes, 17 de octubre de 2011

Nanciyaga


Nanciyaga

Es una buena opción, es mejor cuando recorres sus calles húmedas por la lluvia reciente, ¿lo oyes? es el ruido de los grillos que mecen la noche en la serena laguna.

Tapanco para madera

Un Dios Tolteca



Comida


Los Chaneques.


Después de muchos años, regrese a este vaporoso lugar, donde la misticidad chamanica de los Tuxtlas se funde en la innovadora propuesta del ecoturismo.
Recibido por los faros halogenados de vehículos transformados en sistemas de audio móviles, la noche lluviosa y fresca de la laguna de Catemaco me envolvió en un suspiro, los chaneques de la sierra me observan pasivos desde lo alto de una montaña roja y verde.

Caminamos en el malecón, entre la multitud que se abalanzaba en los paraderos de cerveza que se colocaron con la celebración y competencia acerrima de los automotores.




Había una casa rosa, habitaciones modificadas en un gusto europeo para un publico un tanto mas exigente que los mochileros que usualmente buscaban en el paseo por carretera la aventura perenne. A mi gusto rustico y practico, con espacio y con el mensaje de la naturaleza que nos cautivaba impávida, aquí estoy, soy la selva y estoy de regreso.



Un sueño inquieto, por que negarlo, las pesadillas recurrentes, la mano asesina que se marca en las huellas que abandonan cobardes el lugar del crimen, desperté, con las lluvias y un acento extranjero que hablaba en un fluido ingles a través de una computadora portátil, oh si, olvide cerrar la ventana, ella ya no estaba a mi lado, el ruido de la calle me indicaba que se estaban bañando los chaneques de la montaña roja verde, parecía de día pero no estaba seguro.





Cualquier cosa que pudiera hacerme parar de la cama e ir a desayunar.
El camino es sinuoso, pero tranquilo, se puede oler la hierba recién humedecida, las calles y las piedras agradecen el baño matinal, mis pulmones también lo agradecen.



Ahora veo en el interior de una cueva de temazcal el profundo y negro silencio que huele a pachuli y a hierbas exóticas y medicinales, por aquí el aroma de la piedra volcánica se mece entre la lluviosa selva, nuestro psicólogo guía y aprendiz de chaman llevaba en su mano una vara que mostraba los secretos de la mente olmeca, al final del recorrido lavamos nuestra astringente mezcla de barro y hierbas en el agua mineralizada del manantial transparente.

La lluvia fluía en los transitorios canales que se formaban meneandose en las raíces de las Ceibas y las Secuoyas.


El viaja esta por concluir, Naciyaga se despide con un aliento fresco de iguanas y cocodrilos en cautiverio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Privado, no comentes de mas...

Escribir es una cosa rara

  Escribir es una cosa rara, es un evento que suele acompañar las madrugadas descafeinadas, cuando el acoso laboral te deja en visto, cuando...