Han pasado varios años, definitivamente, desde la última vez que vi a mi hermana en calidad de vacacionista, puede ser que debido a cuestiones particulares de tiempo y espacio, no podemos viajar tanto como queremos ni hacer lo que deseamos, transmitiendo en el poco tiempo que le dedico a ser lo que soy y que mis hijos se den cuenta de mi vulnerabilidad.
Hasta que punto puedo ceder a mis propios caprichos ontologicos, mi necesidad de tener la razon.
Cuando todo se puede reducir a castillos de arena, de playa y sol.
De visitas a creer lo increible de probar lo inexorable, de sentir que seguimos adelante y adelante habra mas sorpresas, en que punto la vida nos hace esperar lo inexplicable, como los muñecos de Ripley, como los circos de pulgas, donde vemos lo que queremos ver.
Aunque no haya nada por ver.
Tenemos miedo a ser vulnerables.
lunes, 30 de mayo de 2011
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