jueves, 4 de diciembre de 2014

Coatzacoalcos, desde una perspectiva casi inhumana.

Subi al taxi, debo confesar que el rostro mal encarado del taxista me hizo sospechar un instante de su actitud casi funebre.
Recorrimos una tramo entre la avenida Jirafas y el malecon, la lluvia era constante, la brisa del bello golfo de México nos impedia la visibilidad como una nube multicolor salpicada por los faros intermitentes de los conductores despavoridos.
Entramos por Azueta, la calle me recordo poco a poco los milimetricos percances que hace algunos años tuve en las calles humedas de salitre y de arena fina.
Llegando al hotel pague la tarifa, el malencarado taxista aun susurraba entre labios maldiciones veracruzanas respecto a la lluvia y su tapiceria. Sostuvo la manija de la puerta cuando yo salia, pero solamente para prevenir cualquier intento de mi parte por azotarla, buenas ganas tenia.
Llegue al hotel como casi siempre llego, con las tripa aflorando por mi trasero, con el pretexto de premura acelere el pago en recepción.
Celebre con un cigarro en el pasillo el haber depositado mis excreciones sin problema, como pueden cosas tan simples llenarme de alegria.
Coatzacoalcos me llena de nostalgias, de recuerdos, de sueños no realizados, veo en sus calles la miseria flotando en el ambiente, cuando por ejemplo, estando parado en la calle, una señora de aspecto ridiculamente veraniego me pedia limosna, solo cuatro pesos, se los negue, por que la miseria me da un asco que aún ahora no termino de entender.
Termine mi cigarro en el pasillo mientras obsrerve las gotas fuertes de lluvia que se metian en los cuartos abiertos, alguien del servicio olvido cerrar una ventana, y la lluvia alegremente y con una furia que solamente el agua conoce, penetraba las sabanas virginales y secas, las mojaba y poseia completas, humedeciendo con una brutalidad eterea su correcta fisionomia, pude observar la excitación placentera del cuarto al verse completamente inundada.
Es hora de dormir, cualquier otro día se desploma mi humanidad en la almohada, no como esta noche. Que me ha dado por escribir.

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