El nacimiento de un ser, la flor que se abre perenne, inmóvil, casi nada, el atardecer banal, los carros que se repliegan en un trafico intenso.
La belleza me eludía, a veces lo confundía por mis emociones mas intestinas, pero algo me detenía, volvía sobre mi camino, regresaba a ese punto de vista, lo tomaba, lo capturaba, a veces en la carretera, en los muros de las paredes que se transformaban de un día a otro.
En las obscenidades del baño, en las articulaciones que se mecen vanas y precarias.
La belleza tarda un periodo más o menos rutinario en aparecer frente a mis ojos la simetría perfecta de los hechos y del ir y venir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Privado, no comentes de mas...